viernes, 3 de agosto de 2018

Estrellas incontables - Ambientación VIII

El Grito y el Silencio

En 2665 una gigantesca ola de energía metadimensional barrió el espacio humano. Las naves con motor de salto que se encontraban en el metaespacio resultaron destruidas instantaneamente. En lo que dura un parpadeo, todos los psiónicos del espacio humano sufrieron las consecuencias de una quemadura psíquica catastrófica. La mayoría murió en el mismo momento, mientras que los pocos que sobrevivieron quedaron atrapados en el delirio de una locura incurable.

Investigaciones posteriores ubicaron el origen de este "Grito" en algún lugar de la Nebulosa del Velo, pero no quedan registros de que se descubriera nada más sobre el suceso. Demasiadas cosas se colapsaron con demasiada rapidez como para que resultara viable enviar ningún tipo de expedición de exploración. La Humanidad se quedó en un instante sin recursos psíquicos. Sin mentores supervivientes, las nuevas generaciones de psíquicos no podían obtener formación; para ello antes había que reconstruir todo el laborioso corpus de investigación de la Autoridad Psíquica, que acababa de ser destruida. Llevaría generaciones que surgieran mentores operativos entre quienes habían nacido con capacidades psíquicas.

No había tiempo para reproducir el entrenamiento necesario. Los Portales de Salto estaban muertos y los mundos del núcleo humano se derrumbaron con ellos. Las incontables colonias que dependían del género producido por los mundos agrícolas quedaron abocados a la hambruna en cuestión de meses. La gente, desesperada, asaltó los astilleros estelares; las convulsas luchas para hacerse con los pocos motores de salto que quedaban acabó con las instalaciones destruidas. Con la limitada capacidad de carga de las naves con motor de salto era imposible alimentar a mundos con millones de habitantes; sólo los Portales de Salto y sus enormes y lentos cargueros podían transportar la carga necesaria, pero estas naves eran demasiado grandes como para ser movidas con motores de salto... y de nada habría servido, porque pese a ello no habrían podido viajar con la velocidad necesaria.

Los ecos del desastre avanzaban. Las regiones fronterizas eran demasiado pobres y primitivas como para permitirse Portales de Salto, así que los mundos que quedaban en los bordes del espacio humano se vieron obligados a suministrar ellos mismos alimento y demás bienes a su población Algunos de estos mundos confiaron en pequeños cargamentos de suministros vitales que trajeron desde los mundos del núcleo. Estos desafortunados planetas perecieron cuando lo hicieron sus mundos metrópolis. Otros eran algo más autosuficientes, pero de entre ellos eran pocos los que contaban con los recursos necesarios para construir por su cuenta naves con motor de salto. Aquellos que sí podían hacerlo se esforzaron en ello, ya que su psitech quedó totalmente inútil y sus cargamentos de componentes vitales desde los planetas del núcleo se detuvieron.

El espacio humano había quedado reducido a un caos de mundos aislados. El viaje interestelar quedó limitado al puñado de naves con motor de salto cuyo mantenimiento a duras penas podía realizarse saqueando piezas de repuesto de otras naves y astilleros espaciales medio abandonados. Había comenzado el Silencio.

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