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Adelanto que las Jornadas Ludo Ergo Sum están al caer, con lo que quizá tarde algo en publicar la siguiente entrada de esta campaña.
Sin más preámbulos, al lío con la segunda aventura.
Viernes, 15 de febrero de 1925.
Vincenzo el Afortunado se dirige a desayunar al bar de Ojos Azules cuando le aborda Joe, el dueño del taller. Al parecer Michele Amalfi, un oficinista que vive en el barrio, le debe 75$ de una reparación que hizo en su coche. Si no cobra esa deuda no podrá pagar el martes a la banda, como viene siendo habitual. Vincenzo toma nota y cuando se despide Joe le dice que alguien de aspecto serio está preguntando por la banda.
En el bar se reúnen todos, excepto Andrew el Dandy, que está trabajando en el muelle. Bounanotte llega poco después, tras ir y volver corriendo del Oak Park. Un tipo de aspecto serio entra en el bar. Lo reconocen con facilidad: se trata de Piero, uno de los hombres de Panepinto. Se acerca a su mesa y les dice que el jefe quiere verles. Allá van el Afortunado, el Labios y Perro Loco.
Boldini se entrevista en la trastienda del Panepinto's Bar con el Afortunado y le enseña la notica del periódico: parece que hay perdido por ahí un alijo de licor que ya no tiene dueño. Si la banda lo encuentra, podría ser una manera económica y rápida de inaugurar su propio negocio. Mientras Vincenzo habla con Boldini, el Labios habla con Piero y se entera de cuándo se montan las partidas de poker en la trastienda.
De vuelta al barrio, la señora Marconi, madre de Luca (cumpliendo cadena perpetua) y de Franky (enterrado por sus amigos en una cuneta), increpa a la banda en mitad de la calle. Les grita: quiere saber dónde está Franky. Llega a llamarles asesinos. Mario aparece y procura tranquilizar a la mujer; invita a entrar a Vincenzo a la tienda y allí le dice que tenga cuidad, que no se mezcle con familias mafiosas y que piensen en sus madres; pueden permanecer en el barrio y estar a salvo: no hace falta que se busquen la vida (y los problemas) más allá de la Avda. Dropsie.
La banda se reúne en el bar de Ojos Azules y ponen sobre la mesa la información. Perro Loco ha leído en uno de los periódicos de la ciudad la noticia de la redada y la insinuación de que la acción ocurrió extremadamente cerca de la Cervecería Moretti. Se reparten las tareas: Perro Loco y el Labios irán a echar un vistazo a la zona industrial del distrito jurídico, mientras que el Afortunado, Buonanotte y el Dandy visitarán a Michele Amalfi para que pague lo que debe a Joe. Tras un breve forcejeo y un portazo que rompe la nariz a Amalfi, éste se compromete a pagar la deuda que tiene con Joe. Como garantía, el Afortunado se lleva las llaves de su coche.
El Labios y Perro Loco deciden ir en taxi hasta el distrito jurídico. Cuando van a coger uno, una pareja joven se lo roba en sus narices. En un momento de tensión, el joven enseña una placa de policía y logra acobardar a nuestros amigos. Sin embargo, el Labios memoriza el número de placa para ajustar cuentas con él cuando se presente la ocasión.
Tras el viaje en taxi, en el que no pueden faltar los chismorreos, apalabran con el chofer que vuelva a recogerlos en un par de horas. En ese tiempo deberán echan un vistazo por los aledaños de la Cervecería Moretti.
En realidad, el Labios se esconde por allí, en una zona de sombra y cruza los dedos para que el coche de policía que aminora la marcha no se pare para identificarle; parece tener suerte). Mientras, Perro Loco consigue encontrar charcos de sangre seca que inmediatamente asocia con el tiroteo de la redada. Tras abrir con las ganzúas la puerta de uno de los locales, encuentra en su interior unas 20 cajas que en su interior tienen botellas de whisky. Se reúne con el Labios, le cuenta lo que ha encontrado y regresa en taxi al barrio para informar a los demás mientras el Labios se queda allí.
La banda se organiza rápidamente. Todos los hombres se movilizan y piden prestada la furgoneta a Guido, un repartidor de periódicos que vive en el barrio. Dos coches (el que la banda robó a los Moretti y el que Amalfi dejó como garantía de su deuda) y la furgoneta se dirigen llenos de gente a eso de la 1 de la noche hacia el distrito jurídico. Recogen al Labios, que está tiritando de frío, y cargan la furgoneta con las cajas de whisky (que al final son 24). La tarea está terminada en 10 minutos. Cuando la caravana se aleja, un par de miembros de la banda echan un vistazo a las ventanas de la Cervecería Moretti y creen ver allí una silueta de hombre que, si realmente es una persona, es muy probable que haya visto toda la operación.
Al día siguiente la banda limpia y vacía el almacén del bar de Ojos Azules, que es donde guardan el licor. Reciben la visita del agente Mallone, que deposita sonriente un vaso vacío en la mesa pidiendo su parte del negocio
Va a ser complicado montar todo el negocio en la trastienda, por lo que buscan alguien que les eche una mano para almacenar las cajas. Acuden en primer lugar a ver a Tony, pues saben que algún tejemaneje se trae con los Panepinto. Tony se ofende con la propuesta y se cierra en banda. En privado, le dice a Buonanotte que más le vale tener cuidado con lo que hace o le dará una patada en el culo.
El problema del almacenamiento resulta ser más serio de lo que parece. Tienen suerte, no obstante, ya que hacen algunas preguntas y descubren que el local que está justo detrás del bar de Ojos Azules está disponible y deciden alquilarlo (por un precio irrisorio, todo hay que decirlo) para montar allí el negocio.
El Afortunado va a ver a Boldini para comentarle cómo ha ido la cosa. El mafioso toma nota del momento en que podrá empezar a cobrar su comisión del negocio de la banda.
Para celebrar que les ha cambiado la suerte, los personajes deciden visitar el Lucciano's, un club de mala fama que está en el distrito portuario. Todos toman alcohol y ligotean, excepto el Labios, que consigue que le permitan pasar a la sala de juego, que está detrás del escenario. Gana unas cuantas manos y sale contento con un buen fajo de billetes en el bolsillo. Ahora lo que falta es ligarse a alguna flapper... Se sienta en una mesa donde hay una joven sola; no parece interesarse mucho en el Labios. El acompañante de la chica aparece y él y el Labios acaban a puñetazos. La gente se aparta y unos matones aparecen de distintas partes del local y sacan a los dos gallitos al callejón, donde les dan unos cuantos sopapos.
El Dandy baila con una chica guapa, el Afortunado se deja embaucar por una profesional y Buonanotte y Perro Loco charlan animadamente con una pareja de jovencitas cuando la pelea se desencadena. Al ver que se llevan a su amigo, se disculpan y salen con calma por la puerta principal, desde donde corren al callejón. El labios se ha llevado unos buenos puñetazos; el otro gallito está allí tirado. Las buenas palabras hacen que los matones dejen la paliza, no sin antes advertir a ambos tipos problemáticos que su cara no es bienvenida allí y que la próxima la cosa no será tan amable.
Vincenzo acaba pagando 5 $ y duerme en caliente. Buonanotte deja al Labios (que también está caliente) en su casa y va para la suya, donde le espera Perro Loco (comparten piso) con las dos jovencitas. Éstas piden algo de beber... y Perro Loco tiene que despertar a Ojos Azules para que le deje las llaves del almacén.
Tras una noche en la que todos han triunfado, cada uno a su manera, amanece el domingo. Se reúnen en el Ojos Azules (el Labios no: está descansando en casa) para tomar un café y asisten juntos a misa de 11:00.
Adelanto que las Jornadas Ludo Ergo Sum están al caer, con lo que quizá tarde algo en publicar la siguiente entrada de esta campaña.
Sin más preámbulos, al lío con la segunda aventura.
Viernes, 15 de febrero de 1925.
Vincenzo el Afortunado se dirige a desayunar al bar de Ojos Azules cuando le aborda Joe, el dueño del taller. Al parecer Michele Amalfi, un oficinista que vive en el barrio, le debe 75$ de una reparación que hizo en su coche. Si no cobra esa deuda no podrá pagar el martes a la banda, como viene siendo habitual. Vincenzo toma nota y cuando se despide Joe le dice que alguien de aspecto serio está preguntando por la banda.
En el bar se reúnen todos, excepto Andrew el Dandy, que está trabajando en el muelle. Bounanotte llega poco después, tras ir y volver corriendo del Oak Park. Un tipo de aspecto serio entra en el bar. Lo reconocen con facilidad: se trata de Piero, uno de los hombres de Panepinto. Se acerca a su mesa y les dice que el jefe quiere verles. Allá van el Afortunado, el Labios y Perro Loco.
Boldini se entrevista en la trastienda del Panepinto's Bar con el Afortunado y le enseña la notica del periódico: parece que hay perdido por ahí un alijo de licor que ya no tiene dueño. Si la banda lo encuentra, podría ser una manera económica y rápida de inaugurar su propio negocio. Mientras Vincenzo habla con Boldini, el Labios habla con Piero y se entera de cuándo se montan las partidas de poker en la trastienda.
De vuelta al barrio, la señora Marconi, madre de Luca (cumpliendo cadena perpetua) y de Franky (enterrado por sus amigos en una cuneta), increpa a la banda en mitad de la calle. Les grita: quiere saber dónde está Franky. Llega a llamarles asesinos. Mario aparece y procura tranquilizar a la mujer; invita a entrar a Vincenzo a la tienda y allí le dice que tenga cuidad, que no se mezcle con familias mafiosas y que piensen en sus madres; pueden permanecer en el barrio y estar a salvo: no hace falta que se busquen la vida (y los problemas) más allá de la Avda. Dropsie.
La banda se reúne en el bar de Ojos Azules y ponen sobre la mesa la información. Perro Loco ha leído en uno de los periódicos de la ciudad la noticia de la redada y la insinuación de que la acción ocurrió extremadamente cerca de la Cervecería Moretti. Se reparten las tareas: Perro Loco y el Labios irán a echar un vistazo a la zona industrial del distrito jurídico, mientras que el Afortunado, Buonanotte y el Dandy visitarán a Michele Amalfi para que pague lo que debe a Joe. Tras un breve forcejeo y un portazo que rompe la nariz a Amalfi, éste se compromete a pagar la deuda que tiene con Joe. Como garantía, el Afortunado se lleva las llaves de su coche.
El Labios y Perro Loco deciden ir en taxi hasta el distrito jurídico. Cuando van a coger uno, una pareja joven se lo roba en sus narices. En un momento de tensión, el joven enseña una placa de policía y logra acobardar a nuestros amigos. Sin embargo, el Labios memoriza el número de placa para ajustar cuentas con él cuando se presente la ocasión.
Tras el viaje en taxi, en el que no pueden faltar los chismorreos, apalabran con el chofer que vuelva a recogerlos en un par de horas. En ese tiempo deberán echan un vistazo por los aledaños de la Cervecería Moretti.
En realidad, el Labios se esconde por allí, en una zona de sombra y cruza los dedos para que el coche de policía que aminora la marcha no se pare para identificarle; parece tener suerte). Mientras, Perro Loco consigue encontrar charcos de sangre seca que inmediatamente asocia con el tiroteo de la redada. Tras abrir con las ganzúas la puerta de uno de los locales, encuentra en su interior unas 20 cajas que en su interior tienen botellas de whisky. Se reúne con el Labios, le cuenta lo que ha encontrado y regresa en taxi al barrio para informar a los demás mientras el Labios se queda allí.
La banda se organiza rápidamente. Todos los hombres se movilizan y piden prestada la furgoneta a Guido, un repartidor de periódicos que vive en el barrio. Dos coches (el que la banda robó a los Moretti y el que Amalfi dejó como garantía de su deuda) y la furgoneta se dirigen llenos de gente a eso de la 1 de la noche hacia el distrito jurídico. Recogen al Labios, que está tiritando de frío, y cargan la furgoneta con las cajas de whisky (que al final son 24). La tarea está terminada en 10 minutos. Cuando la caravana se aleja, un par de miembros de la banda echan un vistazo a las ventanas de la Cervecería Moretti y creen ver allí una silueta de hombre que, si realmente es una persona, es muy probable que haya visto toda la operación.
Al día siguiente la banda limpia y vacía el almacén del bar de Ojos Azules, que es donde guardan el licor. Reciben la visita del agente Mallone, que deposita sonriente un vaso vacío en la mesa pidiendo su parte del negocio
Va a ser complicado montar todo el negocio en la trastienda, por lo que buscan alguien que les eche una mano para almacenar las cajas. Acuden en primer lugar a ver a Tony, pues saben que algún tejemaneje se trae con los Panepinto. Tony se ofende con la propuesta y se cierra en banda. En privado, le dice a Buonanotte que más le vale tener cuidado con lo que hace o le dará una patada en el culo.
El problema del almacenamiento resulta ser más serio de lo que parece. Tienen suerte, no obstante, ya que hacen algunas preguntas y descubren que el local que está justo detrás del bar de Ojos Azules está disponible y deciden alquilarlo (por un precio irrisorio, todo hay que decirlo) para montar allí el negocio.
El Afortunado va a ver a Boldini para comentarle cómo ha ido la cosa. El mafioso toma nota del momento en que podrá empezar a cobrar su comisión del negocio de la banda.
Para celebrar que les ha cambiado la suerte, los personajes deciden visitar el Lucciano's, un club de mala fama que está en el distrito portuario. Todos toman alcohol y ligotean, excepto el Labios, que consigue que le permitan pasar a la sala de juego, que está detrás del escenario. Gana unas cuantas manos y sale contento con un buen fajo de billetes en el bolsillo. Ahora lo que falta es ligarse a alguna flapper... Se sienta en una mesa donde hay una joven sola; no parece interesarse mucho en el Labios. El acompañante de la chica aparece y él y el Labios acaban a puñetazos. La gente se aparta y unos matones aparecen de distintas partes del local y sacan a los dos gallitos al callejón, donde les dan unos cuantos sopapos.
El Dandy baila con una chica guapa, el Afortunado se deja embaucar por una profesional y Buonanotte y Perro Loco charlan animadamente con una pareja de jovencitas cuando la pelea se desencadena. Al ver que se llevan a su amigo, se disculpan y salen con calma por la puerta principal, desde donde corren al callejón. El labios se ha llevado unos buenos puñetazos; el otro gallito está allí tirado. Las buenas palabras hacen que los matones dejen la paliza, no sin antes advertir a ambos tipos problemáticos que su cara no es bienvenida allí y que la próxima la cosa no será tan amable.
Vincenzo acaba pagando 5 $ y duerme en caliente. Buonanotte deja al Labios (que también está caliente) en su casa y va para la suya, donde le espera Perro Loco (comparten piso) con las dos jovencitas. Éstas piden algo de beber... y Perro Loco tiene que despertar a Ojos Azules para que le deje las llaves del almacén.
Tras una noche en la que todos han triunfado, cada uno a su manera, amanece el domingo. Se reúnen en el Ojos Azules (el Labios no: está descansando en casa) para tomar un café y asisten juntos a misa de 11:00.
Da gusto leer tus crónicas! Sigo atento los avances de los muchachos.
ResponderEliminarCelebro que te gusten. Como agradecimiento por tu visita, te adelanto en exclusiva que el Afortunado ya ha conocido a cierto médico forense del Hospital de San Miguel...
ResponderEliminarAl menos no lo conoció como paciente... ;) jeje
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